lunes, 30 de agosto de 2010

En un baile de emociones. Así me siento. Así me ven.
Hace días que no me encuentro. No sé dónde estaré o dónde dejaré de estarlo.
Las horas se vuelven revoloteando hacia otro lugar.
Los ojos ya no me brillan.
No recuerdo cómo esbozar sonrisas.
Camino en direcciones opuestas.
Despierto entrando en mi letargo.
Y, sobre todo, amo sabiendo que solo me pueden odiar.

Porque sí, le quiero, ¿por qué lo voy a negar?
¿A quién quiero engañar?
Pero sé que no es posible, ni siquiera real.
Suelo imaginarnos juntos, paseando sin hablar.
¿Hasta cuándo me voy a engañar?
Paso los días pensando en qué pensarás.
Y las noches... pensando con quién soñarás.

Esto es una locura.
Un sinrazón.
Una dulce condena.
Quiero escapar de mi mente.
Estoy dispuesta hasta a perder la libertad.
Con tal de borrate de mi imaginación.
Arrancarte de mi corazón.
Solo me causas dolor.

Pero pensarte me hace sentir bien.
Me saca de este universo negro que gira a mi alrededor.
Me hace volar la sola idea de tu sonrisa.
Puedes levantarme el ánimo sólo con mirarme.
Aunque cuando lo hagas no me veas.
Aunque no sepas que existo.
Aunque muera por tus latidos.

Volveré a conformarme con tenerte en mis sueños, con rozarte, con escucharte respirar en mi pecho, con imaginar tu olor cuando la brisa levanta las hojas secas que han caido de los árboles y los cabellos se alborotan. Pero sabré siempre, a cada momento, a cada instante, que no eres más que eso... un sueño.

sábado, 28 de agosto de 2010

Quiero volver a sentirte en la piel.
Que me roces y un escalofrío recorra mi cuerpo.
Que me saques alguna que otra sonrisa.
Quiero que me pongas la piel de gallina.

Porque en días como hoy sólo puedo anhelar esos de invierno en los cuales el mejor compañero es un buen abrigo que te haga estar calentito y confortado. Sentir esa sensación tan agradable de pasarse una mañana de sábado dentro de la cama, arropadito con el nórdico y escuchar como fuera llueve. Pasar una tarde en el sofá debajo de una manta viendo tu película favorita. O, simplemente, pasear por las calles heladas cuando la noche comienza a ganar al día.

Quiero volver a sentirte en la cara.
Que me roces y me estremezca.
Que me hagas estornudar.
Quiero que me des alas para volar.

Espero con ansiedad tu regreso, porque sé que volverás.
Tengo preparadas las ganas de ti, tal vez ni siquiera las guardé.
Me encantaría que este año llegaras antes y te fueras después, pues tengo asumido que la espectativa de tenerte siempre aquí es un imposible.

Quiero ir por la calle y decir bien fuerte ¡¡Qué frío!!
Que los tejados se tiñan de blanco porque ha nevado.
Que las bufandas sean las protagonistas.
Quiero, pero más que querer... te necesito.

Querido Invierno ven acompañado del frío a alegrarnos el monótono sentimiento de nostalgia que produce tu ausencia ocho meses al año.

jueves, 26 de agosto de 2010

Han pasado ya nueve meses.
Nueve!
Y parece que fue ayer...
El cielo sigue cubierto por esa negrura que impide que los rayos del sol le atraviese. Las flores siguen sin oler a nada. El viento sigue sin acariciarme. La luna sin alumbrarme. La risa sin invadirme. La alegría sin visitarme.
Y la vida... la vida está ausente.

miércoles, 25 de agosto de 2010

¿Has visto cómo nos miran hoy las nubes?
Seguro que no te has fijado en ellas. Ni siquiera te habías dado cuenta de que estaban ahí. Para ti hoy el cielo está totalmente despejado. Pero las nubes están ahí. Lo mejor es contemplarlas. Adivinar sus formas. Ver cómo van cambiando.
Los dos solos.
Con la hierba en nuestra espalda y el sol a un costado.
Me encanta mirar las nubes. No hacer nada, solo contemplarlas. Son tan inalcanzables. Van de aquí para allá, mecidas por el viento. Libres. Qué bien suena eso...

¿Has visto cómo la gente nos mira hoy?
Será que cuando estamos juntos somos como las nubes, inalcanzables. Somos ESO que todo el mundo sueña, ansia y anhela poseer, tener o, al menos, vivir una vez antes de que su tiempo se agote y se den cuenta de que han estado muriendo temerosos por no saber vivir. No sabían que la muerte ya nos ha vencido incluso antes de nacer...

Tú eres la nube que me hace volar por encima de esta vida que, resulta, solo es dejarse morir día a día.
Esta madrugada la lluvia guiaba mis pasos.
Es curioso, porque no caían gotas, al menos no del cielo. Las gotas caían desde mis ojos. Y lo hacían al compás de la música que emanaba de mis pensamientos. Y, para variar, eran arpegios que se rompían al retumbar en mi mente.
No me he cruzado con nadie hoy.
O tal vez sí lo haya hecho, pero no me he sabido fijar. Iba enfrascada en mi debilidad, en mi dolor y esto que se asemeja al pesar. Sentimientos que sólo me hacen hundirme más en mi pozo. La próxima vez que salga echaré una cuerda por la que poder subir.
Me he sentado debajo de un árbol.
Debajo de mi árbol. No me escucha, no me entiende, pero me transmite serenidad. Junto a él las lágrimas me han dejado de ahogar y, ahora sí, en el cielo llovía, pero era una lluvia de estrellas que me ha protegido de los malos pensamientos que me perseguían allá a dónde esta noche fuera. El árbol me abrazó.
Sin a penas darme cuenta ha empezado a aclarar.
El día me ha cogido por sorpresa. El dolor ya no se dejaba notar. Hasta me atrevo a decir que una sonrisa empezaba a hacerse notar con ganas en mis labios, pero no floreció del todo.
Y me fui.
...
He vuelto a ver a mi árbol y a darle las gracias por estar a mi lado. Pero cuando he llegado... Ya no había árbol. Sus hojas ya no eran verdes. Su tronco ya no crecía erguido hacía el infinito del cielo. Sus raices ya no levantaban la tierra con firmeza. Sus ramas no enredaban el viento. Estaba seco.
Mis lágrimas amargas lo han matado.

¿Cuántas vidas más hacen falta para que mi sonrisa vuelva?

martes, 24 de agosto de 2010

A veces despierto abrazada a mi almohada
y siento que tu olor me acaricia
puedo notar tus dedos en mi espalda.

Los rayos del sol llenan de luz la cama
pero a pesar del calor que acogen las sábanas
yo sigo helada.

Permanecería para siempre en ese instante
cuando creo que aún estás a mi lado
y no me importaría morir anhelante.

Anhelante de ese sueño que se me escapa
como las nubes
cuando alguien trata de atraparlas.

Las nubes...

Ojalá flotara como ellas por el aire
cambiaría de forma por momentos
y no sería esclava de nadie.

Ni siquiera de tu recuerdo...

lunes, 23 de agosto de 2010

¿Hoy?

La sensación de angustia.

¿Por qué?

Lo sabes bien.

¿No?

Por ti.

¿...?

Por ti, porque ya no estás.

¿Que sí estás?

Dime dónde, porque yo no soy capaz de encontrarte.

¿Que te busque?

No dejo de buscarte por cualquier parte.

¿Que busque mejor?

Es imposible, he mirado hasta en mi interior.

¿Que vuelva a hacerlo?

Sé que crees que estás dentro de mi, y en el fondo es verdad. Estás en mis recuerdos del pasado y en mis lágrimas del presente, pero quiero dejar de necesitarte. Ya he sufrido bastante por tu ausencia. Ahora me toca seguir adelante.

¿Que si quiero olvidarte?

Nunca

¿...?

No pretendo olvidarte, pues sería como querer olvidar que una vez viví. Solo pretendo que cuando te piense o te recuerde, en vez de una lágrima, brote una sonrisa. Y creerme que sigo viva, como cuando tú estabas, aunque sé que ya no estás.

¿Que si es dura la vida sin ti?

Esto dejó de ser vida cuando te marchaste.

¿Qué haría si te fueras del todo?

Supongo que me costaría al principio, que todo me parecería gris o incluso negro, que las cosas no me animarían a seguir adelante, que nada de lo que la gente pudiera decirme me consolaría, que pensaría seriamente si seguir aquí tiene algo de valor, pero cuando creyera que las cosas no van a cambiar empezaría a ver un tenue haz de luz entrando de nuevo en mi corazón y comprendería que al fin y al cabo la vida sigue, que no me queda otra más que seguir o sino nada tendría sentido, ni siquiera tu muerte. A fin de cuentas eso es lo que me pasó cuando te fuiste.

¿Que lo sientes?

No lo sientas. Nosotros no decidimos cuando morir. Aunque hoy me gustaría decidir cuándo será mi muerte.

¿Qué cuándo sería?

Hace 9 meses.

¿Contigo?

Por supuesto que contigo. Eras la única razón por la que hubiera entregado mi vida a cambio de nada, solo a cambio de ti, pero no me dejaste hacerlo. Simplemente me dijiste aquello...

¿Te quiero?

Sí, me dijiste te quiero y yo no te lo pude decir, no tuve tiempo. Por eso te lo digo ahora, aunque ya no estés, aunque ya no tengamos conversaciones que duran toda una noche, aunque ya no te sienta a mi lado, aunque el cielo no se pinte de colores cuando salgo a la calle porque sé que te veré, aunque no puedas oírme, siempre te lo diré, porque siempre SIEMPRE siempre... te querré.

viernes, 20 de agosto de 2010

Un paseo por la Gran Vía cuando el sol comienza a esconderse detrás de los altos edificios que la limitan, cuando las tenues gotas de lluvia ya han cubierto por completo el suelo de asfalto y cemento que guía nuestros pasos aunque creamos ir sin rumbo cierto, cuando la gente deja de ser gris y se convierte en un mural de paraguas de miles de colores que pintan la tristeza de una tarde que llega a su fin, cuando todo se relentiza hasta el punto de detenerse en un instante...
Y a mi lado tú.
Tu mano y la mia unidas.
Tus ojos y los mios bailando al compás de la gente que se cruza.
Mis pensamientos ahogados en tu sonrisa.
Tu risa ahogada por el ruido de algún coche que pita.
Que pita.
Que pita...

Abro los ojos con dificultad, sin querer dejar atrás ese sueño tan real, tan especial.
Apago el despertador y miro a mi alrededor y descubro un cuerpo a mi lado.
El tuyo.
No era un sueño.
Era el recuerdo venido a menos de la tarde anterior.

Esta vez la realidad es mucho mejor que ese sueño que nunca podré rozar.

jueves, 19 de agosto de 2010

Me gustaría poder decirte, cuando me besas, que tus labios son lo más dulce que en vida probé y que me encantaría seguir acariciándolos por siempre.
Es por su roce que seguir me merece la pena.

Me gustaría poder decirte, cuando me acaricias, que tus manos hacen que sienta millones de nuevas sensaciones que no quiero que terminen nunca.
Es por ellas que aún sigo aquí.

Me gustaría poder decirte, cuando me miras, que tus ojos son mi fuente de vida, son las esperanzas que me hacen creer que un mañana mejor sí es posible.
Es por ellos que la noche no me asusta.

Me gustaría poder decirte, cuando me sonríes, que tus facciones describen las curvas de mi camino, el que me ha de llevar junto a las estrellas que en el cielo, con envidia, nos observan.
Es por ella que me levanto si tropiezo.

Me gustaría poder decirte, cuando me hablas, que cada palabra que sale por tu boca queda grabada en mi piel con un dulce aroma a jazmín y naranja.
Es por ellas que oigo susurrar al viento.

Me gustaría poder decirte, a cada instante, que te quiero más que a cualquier otra cosa a la que se pueda querer. Te diría que es gracias a ti que sé querer, y que sólo te sé querer a ti.

Por desgracia... no sé hablar igual que escribo.

miércoles, 18 de agosto de 2010

La nostalgia hace camino
crea dolorosas sendas,
recuerdos que llevan al olvido.
La noche despierta estrellas
luces del destino,
hoy serán mis compañeras.
Un dulce agravio de espino
clava en mi su pena,
preludia un sueño mortecino.
La luz penetra en sus ojos
agrio olor a vino,
despierta su corazón solo.
Ha llegado el nuevo día
lo ha cambiado todo,
menos la ausencia de alegría.
Parece una mentira
la mayor de mis fantasías,
he encontrado tu salida.

lunes, 16 de agosto de 2010

He traspasado la frontera.
Llevo poco más que una muda en mi maleta.
Nos llamaron sin avisar, sin tiempo para pensar si queríamos o no marchar.
Tuvimos que actuar casi sin pensar.
¿Cuánto dejamos atrás?
Pensamos que sería un breve periodo.
Acabó atrapándome la muerte.

Traté de tomarme aquello como unas vacaciones, forzadas, pero vacaciones. A los diez minutos de llegar ya me resultó imposible. Nos separaron, a los tres, cada uno por un lado. A mi mujer no he vuelto a verla. A mi hija... sé que sigue viva, ahora está con una familia que la adoptó después de que nos dieran por fusilados, como a tantos otros.

Mis días se acaban.
Han pasado más de cuarenta años, pero esos días siguen haciendo mella en mi.
Fueron mi destino.
Una bandera ha estado detrás de mi siempre.
Nunca la he abandonado.
Fue por ella.
Todo por tres colores que, sin embargo, aún defendería.

Mi exilio ha durado, exactamente, cincuenta y un años. Ahora vivo en México, uno de los países que nos acogió como a sus propios hijos. Cuánto le debo a sus gentes... la vida, ni más ni menos, la vida. Al principio fuimos a Francia, donde me separaron de lo único que tenía, mi familia. Pero luego tuve la fortuna de conocer a una persona que me facilitó mi viaje a México. No sé porqué lo hizo, pero le recordaré siempre.

Una guerra arruinó mis sueños.
Una ideología me condenó al exilio.
Los vencedores firmaron mi sentencia de muerte.
El tiempo no ha borrado mis heridas.
La historia no nos ha hecho justicia.
La gente trata de olvidarnos.
Hay familias que les siguen buscando.

Recuerdo el viaje en tren que nos llevó desde la capital recien invadida a la frontera. Íbamos muchas personas en un espacio muy reducido. En cada vagón podíamos ir cerca de un centenar de personas, pero nadie se quejaba, tan solo un bebé lloraba pidiendo la leche materna de los pechos secos de una mujer que parecía desnutrida desde hacía semanas. Cuando llegamos nos cogieron como si fueramos ganado y uno a uno nos fueron separando en tres grupos. A un lado los hombres, a otro las mujeres y más allá los niños.

Sus rostros entre la multitud.
Los gritos desesperados de las mujeres.
El ruido de los fusiles cargándose.
El vapor del tren llenando los recuerdos.
La mirada asustada de mis compañeros.
Los secretos incofesables.
El olor de una rosa marchita.

Volvería a defender mi bandera una y mil veces ante ellos, pero no entiendo, aún después de tanto tiempo, por qué hicieron aquello ¿no les bastaba con ganar? Querían hacernos pagar, pero ¿por qué? Yo tuve suerte. Un amigo me llamó la misma noche en que entraron en Madrid y nos abrió camino entre la multitud de gente que trataba de salvar la vida. De habernos quedado hubieramos acabado en una fosa común en alguna cuneta de las carreteras que salían de Madrid... Mi mujer ha muerto, pero al menos mi hija, que ya no sabe que soy su padre, sigue con vida. Y yo no puedo más que recordarlas sonriendo antes de que todo esto empezara, cuando pasabamos los domingos en el parque del Retiro, sentados a la sombra de un árbol escuchando a los pájaros cantar, viendo a la gente pasear sin mayores preocupaciones que adónde sus pasos les llevarán. Esas dos sonrisas han hecho de este infierno un destierro más llevadero, pero juro por todo aquello que un día defendí que lo último en lo que piense antes de morir será es esas dos sonrisas puras, no en aquellos por los que las perdí.

Han destrozado miles de vidas, pero no conseguirán hacerse con nuestros sueños.

jueves, 12 de agosto de 2010

Nace un sentimiento de la idea de la nada
porque finge ser un todo disfrazado de seda.
Cumple su sueño una noche de primavera
envuelta entre rosas de hielo inodoras.
Vuelca el silencio toda su carga invisible
en las manos de un niño que llora inconsolable.
Muere un pedazo de cielo estrellado de día
cuando una mirada triste lo evita.
Tuerce el gesto un pájaro en la mañana
cuando su sol queda oculto tras la contaminación.
Limpia sollozos una pena incandescente
que abrumada por el tedio cae al vacío inerte.
...
Despidete de la muerte ahora que aún puedes;
la vida dedicate a vivirla sin penas, ni alegrías
solo con la sensación de que seremos dueños
de la eterna melancolía
y de la triste despedida...

miércoles, 11 de agosto de 2010

Hay una canción que me hace sentir que mi mundo sigue derrumbado, que no he sido capaz de reconstruir las ruinas del terremoto que causaste al marchar... pero me gusta tanto que no la puedo dejar de escuchar.

Tal vez sea porque solo me recuerda a ti, nada más que a ti.

Creo que cada frase está hecha a mi medida y, también, un poco a la tuya, a la nuestra. Es como si todo el mundo supiera que eso iba a ocurrir tarde o temprano y para mi desgracia fue temprano, demasiado.

Quiero que sepas que no me gustaba nada verte llorar, pero me gustaba abrazarte cuando lo hacías, poder arrancarte una sonrisa en esos momentos malos por los que la vida nos hace pasar, momentos tan horribles que hacen que nuestros pensamientos salgan corriendo por los ojos en busca del salto que saben les hará morir. Y lo mejor es que no te importaba que te viera cuando lo hacías, me dejabas compartir contigo esas lágrimas amargas que la soledad suele quedarse solo para si.

A pesar de que el mundo parecía venirse encima mio cuando una gota de ese agua salada resbalaba por tus mejillas, daría cualquier cosa por volver a verte llorar, por poder abrazarte, susurrarte al oido que el mundo termina por ser justo, y que si no era así daría igual, estaríamos juntos...

Pero ahora, el que llora... soy yo.

martes, 10 de agosto de 2010

Mañana pintaré el cielo de mil colores diferentes, uno por cada sensación que despierte en mi al recorrer esta ciudad tan grande y a la vez pequeña, pues aunque siempre camine por las mismas calles mis pies nunca son los mismos, tampoco mis circunstancias, ni mis sentimientos. Y es que un paseo es como una buena poesía, y las buenas poesías nunca significan lo mismo aunque las recites tantas veces que terminen por encontrar refugio en tu cabeza. Pasear es sacar fuera lo que tienes dentro, hacerlo visible a cada paso y dejar que el resto de personas que comparten acera contigo participen de ese estado de ánimo.

Adoro pasear cuando el suelo está húmedo porque ha llovido, e incluso hacerlo cuando una leve llovizna moja las calles, paraliza el tráfico y hace que la gente corra de un lado para otro buscando dónde refugiarse de unas tristes gotas que caen sin orden a un suelo gris y pisoteado por el tiempo que parece detenerse con cada trueno que el cielo arroja.

Me encanta pasear por los bosques o, en su defecto parques, cuando no hay demasiada gente alrededor y puedes evadirte de la dura realidad de cemento que nos absorbe para adentrarte en un mundo verde y de naturaleza palpitante, como los pájaros con su trinar, y las hojas con su leve susurrar.

Mañana pasearé por toda la ciudad deteniéndome en esos espacios verdes que me hacen sentir la energía entrando por cada poro de mi piel. Cogeré aire en ellos, queriendo hacer que mis pulmones lo capten todo y sientan cada molécula de ese oxígeno que ha de hacer que siga adelante.

Mañana bañaré mi mirada con las sonrisas de la gente distante, de la despistada, de la extraviada y cantaré que quiero la libertad como único límite plausible ante la lejanía de los horizontes de esta sublime ciudad.

Mañana... Porque ahora me dirijo al reino de los sueños, donde no necesito más que a mi imaginación para poder volar a cualquier otro lugar que me haga sentir que pasear no es solamente algo hermoso en lo que malgastar el poco tiempo que me queda antes de tener que ir a buscarte a ese lugar del que no podré regresar.

lunes, 9 de agosto de 2010

He intentado diseñar un nuevo mundo. Un lugar donde la gente diga lo que piensa tal cual lo siente, donde lo material quede en un segundo plano, donde los sentimientos sean más importantes que las posiciones sociales, un lugar donde la gente conozca el verdadero significado de la felicidad, un lugar donde poder amar sin condición ni miedo a la recriminación.

Sería un lugar en plena naturaleza, sin coches que contaminen ni altos edificios de cemento que no te dejen ver la salida del sol. Un lugar donde en vez de centros comerciales abunden los árboles y las flores con embriagadores olores, donde la vida en sociedad sea más que conferencias o concentraciones de coches antiguos o demasiado modernos como para poderlos usar.

Me gustaría que en él la gente solo sonriera, aunque sé que las lágrimas no siempre son amargas, no solo porque ellos se sientan bien, sino para hacer que los demás se sientan también alegres de que un completo desconocido sea capaz de sonreírle al mundo entero.

Pero sé que ese mundo con el que sueño, ese que anhelo, no es más que una simple fantasía, pues yo no tengo la capacidad de crear nada y menos aún nuevas vidas a las que dar forma.

Asique tendré que conformarme con seguir en este mundo lleno de desigualdades, de injusticias, de gente gris incapaz de mirar más allá de su nariz, lleno de altos edificios de cemento y de coches que llenan de humo el cielo en el que tendrían que verse las estrellas de noche, pero en el que solo se ve el reflejo del desarrollo: la contaminación.

Pero no me conformo con pasar de largo por él, no me conformo con ser una más de las que habitan solo para sobrevivir llevándose a cuantos sea necesario por delante. Eso se ha acabado para mi, si es que alguna vez pensé en algo así.

Yo lucharé por lo que creo, por lo que pienso, por sacar adelante mi idea, mi sueño. Sonreiré al mundo que me mire sonriendo, y al que no también, por si consigo robarle aunque solo sea un leve esbozo de sonrisa. Yo diré lo que pienso a cada instante, pues la sinceridad me parece un factor importante. Y ante todo tendré en cuenta mis sentimientos, no dejaré que la corriente me arrastre aunque sea la única que no lo haga y por supuesto amaré y cuidaré aquello que es mi hogar, el único hogar de verdad que existe, el único que debería de importarnos por encima de toda riqueza: la naturaleza.

No podemos crear un mundo nuevo, pero si reinventar el nuestro ¿me ayudas a ello?

viernes, 6 de agosto de 2010

Tenue despertar del viento es el que mueve mis cabellos.
Podemos ser un solo momento, un breve instante que desaparece en el tiempo, pero decidimos ser historia y quedar en el recuerdo de aquellos que un día dejarán de ser eternos para volverse efímeros cuerpos que envejecen al compás de este invierno que solo hiela en mi corazón.

Saltar de estrella en estrella alberga la imposibilidad de lo necesario. Quiero despertar mañana y haber encontrado el camino que ha de llevarme al Sol pasando por cuantas nubes, planetas y estrellas me sea posible. no quiero dejar un solo centímetro del universo sin conquistar ni acariciar con estas manos.

Entre tanto sueño y tanta imaginación lo único que parece cierto es la sinrazón de saber que mañana el sol vuelve a aparecer tras esas montañas de cemento que me impiden ver el horizonte. Pero sé lo que ocurre a cada instante, porque todo son susurros del viento...*