lunes, 19 de septiembre de 2011

Tú no decides tu principio ni conoces tu final. Lo único que tienes por seguro es que ahora mismo estás... o al menos eso crees.
¿Cómo puedo llegar a descubrir que estoy vivo aquí y ahora? La mera creencia no me lleva a nada y de la experiencia no tengo señal clara, pues puedo despeinar mis cabellos con  el viento que sopla de cara, dejarme embriagar por el aroma de a tierra mojada, sentir en dolor de un golpe seco en el costado, tocar tu piel con mis manos, pensar en cosas que antes no había pensado, escribir versos que nunca habían sido creados y, sin embargo, en sueños también puedo lograrlo.
Dicen que no podemos volar, que no podemos vivir sin oxígeno, ni aguantar el frío de un invierno polar ni el calor de un verano solar. Pero yo sé que , a veces, tengo consciencia de que surco el cielo como un pájaro, atravieso las nubes y recorro cientos de kilómetros sin poner los pies en el suelo. También he llegado a pasar un día entero bajo la inmensidad del océano sin más ayuda que mis pies y manos para ayudarme a avanzar y mis pulmones no tuvieron la necesidad de aire para respirar. Pasé todo un invierno entre la nieve, el hielo y el aire congelado que se apoderan de la cubierta de un barco cuando se queda varado entre lo que eran las aguas del casquete polar. Y, sin ir más lejos, recientemente visité un oasis donde curaron mis pies quemados tras haber atravesado el desierto descalzo mientras el sol bañaba con su luz la desnudez de mi cuerpo.
Los que dicen saber hablan de sueños pero, ¿cómo sé que eso fueron sueños y que lo que vivo ahora es lo real? ¿A caso no puede ser al contrario? ¿Qué prueba existe de ello?
Y luego está esa frase: "(...) que toda la vida es sueño y que los sueños, sueños son."
Definitivamente me dedicaré a vivir tanto la vida como los sueños mientras busco la respuesta a estas cosas tan -poco- banales.

Fdo: René Descarte o, en su defecto, Lydia Martínez. 

miércoles, 14 de septiembre de 2011

A pesar de que el cielo esté arriba y la Tierra abajo.
De que los pájaros vuelen y los peces naden.
De que la vida siga y la muerte avance.
A pesar de todo no nos damos cuenta de nada.

Aunque la gente ría y también llore.
Y aunque el Sol anochezca cuando la Luna amanece.
Y aunque los sueños no sean más que fantasías.
La realidad suele acabar distorsionada.

Viene la vida en un suspiro y con el mismo suspiro
aparece la muerte en tu ventana, que aparenta estar cerrada
hasta que un día el azar la abre y el destino juega sus cartas
y, sin dejar opciones, tiene la partida ganada.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Al atardecer se cierra la cortina y quedamos solos, 
pensando en lo que fuimos pero, sobre todo, en lo que no fuimos..